lunes, 1 de febrero de 2010

Para cuando sobrevenga el final




Y si solo queda silencio,
el insomnio de una canilla
que no se cansa de gotear.
Y si solo queda por contar
una historia sin historia,
la noche nula
de 40 cigarrillos
aplastándose sin sentido.
Y si solo se trata
de retratar siempre
el mismo paisaje siempre,
la misma ventana siempre,
la misma miseria siempre.
Y si este corazón se durmió
de anestesia local
y se siente superfluo
latiendo a medio motor,
llorando a lágrima falsa.
Y si solo quedó por disfrutar
esta paz de lexotanil,
este canto tedioso,
esta melodía monótona,
esta soledad de dos plazas.
Para cuando sobrevenga
el final improvisado
no quedará más que un
" resígnese hermano"
para pagar
la entrada a la eternidad,
o a la nada
que nos espere.
Nos quedarán solo
los músculos cansados, solo
los labios cansados, solo
las manos cansadas, solo
los dedos cansados, solo
para justificar
esta ausencia de existencia
que nunca nos cansamos
de dar por sobreentendida
presente, mediocre
e irónicamente
especial y eterna.
Gito Minore

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