UN MUNDO PERFECTO Khalil Gibran
Textos Impares 8/03/08
Dios de las almas perdidas, tú que estás perdido entre los dioses, escúchame:Vivo entre una raza de hombres perfecta, yo, el más imperfecto de los hombres.
Yo, un caos humano, nebulosa de confusos elementos, deambulo entre mundos perfectamente
acabados; entre pueblos que se rigen por leyes bien elaboradas y que obedecen un orden puro, cuyos
pensamientos están catalogados, cuyos sueños son ordenados, y cuyas visiones están inscritas y
registradas.
Sus virtudes, ¡oh Dios!, están medidas, sus pecados están bien calculados por su peso, y aun los
innumerables actos que suceden en el nebuloso crepúsculo de lo que no es pecado ni virtud están
registrados y catalogados.
En este mundo, las noches y los días están convenientemente divididos en estaciones de conducta y están
gobernados por normas de impecable exactitud.
Comer, beber, dormir, cubrir la propia desnudez, y luego cansarse, todo a su debido tiempo.
Trabajar, jugar, cantar, bailar, y luego yacer tranquilo, cuando el reloj da la hora para ello.
Pensar esto, sentir aquello, y luego dejar de pensar y de sentir cuando cierta estrella se alza en el
horizonte.
Robar al vecino con una sonrisa, dar regalos con un gracioso ademán, elogiar prudentemente, acusar con
cautela, destruir un alma con una palabra, quemar un cuerpo con el aliento, y luego lavarse las manos,
cuando se ha terminado el trabajo del día.
Amar según el orden establecido, entretenerse en lo mejor de uno mismo según cierta manera
prefabricada, rendir culto a los dioses con el debido decoro, intrigar y engañar a los demonios diestramente,
y luego olvidarlo todo, como si la memoria hubiese muerto.
Imaginar con un motivo determinado; proyectar con consideración; ser feliz dulcemente; sufrir con
nobleza; y luego, vaciar la copa, de manera que mañana podamos llenarla otra vez.
Todas estas cosas, ¡oh Dios!¡, están concebidas con preclara visión, han nacido con un propósito firme,
se mantienen con esmero y exactitud, se gobiernan según las normas y la razón, y luego se asesinan y se
entierran según el método prescrito. Y aun sus silenciosas tumbas que yacen dentro del alma humana, cada
una tiene su marca y su número.
Es un mundo perfecto; de maravillas; el más maduro fruto del jardín de Dios; el pensamiento rector del
universo.
Pero dime, ¡oh Dios!, ¿por qué tengo que estar allí, yo, semilla de pasión insatisfecha, loca tempestad que
no va en pos del oriente ni del occidente, aturdido fragmento de un planeta que pereció en las llamas?
¿Por qué estoy aquí, ¡oh Dios! de las almas perdidas? Dímelo tú, oh Dios, que te encuentras perdido entre
los demás dioses...
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