LA ESTIRPE DESNUDA DE LA CUCHARA
Veo al oro verde con su espiga de dolor,
multiplicando su fruta de pan y espuma,
y vestido de lentitud, traer silbando
hasta la estirpe desnuda de la cuchara,
pólvora, vidrio molido y un largo grito.
Muere de hambre el hombre en la cosecha,
para su configuración y su boca, no hay espacio:
para él hay un sueño escrito en las paredes
y un monumento que amenaza su libertad.
La tumba lo espera
y él sangra.
Él desfila con su confusa historia de humo,
y rastreando en los párpados de la mañana
busca en la batalla del cereal
la muchedumbre de un amanecer imperecedero.
Pero llega la noche con el cuchillo,
y enredándose con el sudor amputa la lluvia,
hasta que difuso en el pulcro paisaje,
a su flor, mortalmente derrama.
Labora el hombre
y luego
cae muerto.
Elías Letelier
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