miércoles, 6 de enero de 2010




Y yo, que en pequeñas partículas
dormitaba en el fondo de mis ojos
al momento afloré.
Y creo que él me vio.
Antes de volver a sedimentarse en lo profundo me vio.
Aparecí como un círculo que danza,
como franja de vasija,
y en cada figura me mostraba diversa.
Aparecí como un cortejo de mujeres distintas,
y el rostro de cada una era el genuino.
Aparecí, y al instante, me desvanecí como un trasgo.
Pero creo que él me vio.
Y aun así quise regresar, asomarme,
contemplarlo con mis innumerables ojos,
abrumarlo con las múltiples imágenes, todas verdaderas,
con el recitado de mis muchos nombres;
consentirle de nuevo sorprenderme,
revelarme bajo mi única
                                              apacible
                                                             e invariable máscara.
Sí, eso quise.

Ana Rossetti

2 comentarios:

Megadoux dijo...

Tienes muchos nombres?
sólo hay uno verdadero, in caligine abditus (escondido en las sombras), que te define, te destaca y cuyo conocimiento da a la otra persona el poder sobre ti

ione dijo...

Y algunos sobreviven.